jueves, 22 de octubre de 2009

la p(l)utocracia



Los recientes brotes de abuso policial en torno al consumo de alcohol no son nada nuevo. Desde el susodicho Romerato, las autoridades anexionistas del país han desatado a la Fuerza de Choque sobre la muchachería sanjuanera. ¿Cuántas veces vi yo con mis propios ojos a cientos de jóvenes correr por la Calle del Cristo desde la Placita San José en el Viejo San Juan para evadir la contingencia de policías repartiendo macanazos indiscriminadamente?

Este último abuso de poder se dio a la postre del anuncio del gobernador Fortuño del plan de eliminar la venta de bebidas alcohólicas a partir de la medianoche sólo en los negocios locales. La violencia capturada por tantas cámaras de video ha servido para distraer el debate público en torno a la propuesta ley, la cual pretende ser aún más gringa que las propias leyes análogas norteamericanas.

Me explico; tanto Nueva York, Chicago, Los Angeles, San Francisco y el resto de las grandes ciudades norteamericanas tienen leyes que regulan la venta de alcohol durantes las altas horas de la noche. Sin embargo, a diferencia de la ley propuesta por Fortuño, estas leyes se aplican a todos los negocios – tanto a hoteles como a los llamados pubs. En todas las ciudades mencionadas también se contemplan excepciones que dan paso a la proliferación de los denominados ‘after hours’; negocios que pueden vender alcohol hasta las 4 AM, en algunos casos hasta las 5 AM.

Por ejemplo, acá en Chicago, en el barrio conocido como Wrigleyville, un sinnúmero de bares y clubes permanecen abiertos hasta las 4 AM los viernes y hasta las 5 AM los sábados. Lo mismo ocurre en Greektown, otro barrio de Chicago muy concurrido en horas de la noche debido a su variado surtido de after hours. Para lograr esta clasificación, los negocios necesitan cumplir con ciertos requisitos; en algunas ciudades estos consisten en la oferta de comida, en otras aplican a negocios donde se presentan actos musicales y otras formas de entretenimiento.

Un vistazo a Wrigleyville un jueves por la noche revela una escena nocturna equivalente a un martes de galería multiplicado por diez. La cantidad de borrachos y el nivel de ruido es impresionante. Todos los fines de semana parecen las Fiestas de la Calle San Sebastián. Aún así, la presencia policiaca se limita a un puñado de patrullas rondando el área de forma preventiva, sin confrontaciones ni macanazos.

Regresemos a Puerto Rico: ¿en qué se parece la ley propuesta a las leyes vigentes en Estados Unidos? En nada. Para empezar, Fortuño propone beneficiar los grandes intereses económicos de las multinacionales hoteleras y penalizar a los pequeños comerciantes locales. De hecho, muchos hoteles en Chicago cierran sus barras y ‘lounges’ más temprano que el resto de los negocios. Los turistas terminan desplazándose desde sus hoteles a lugares como el legendario Kingston Mines, uno de los epicentros de la música Blues en vivo, o al Green Mill, antro predilecto del infame Al Capone y uno de los escenarios de Jazz en vivo de más renombre en los Estados Unidos.

Entonces, la pregunta que nos tenemos que hacer es la pregunta básica que se plantea ante todo negocio: ¿cuál es el beneficio de esta propuesta ley? ¿Quién gana si se pone en efecto dicha ley? ¿Elimina realmente la venta de alcohol pasadas la medianoche?

Obvio que no. La ley, según está propuesta, simplemente desplaza el consumo de alcohol de los negocios locales a los hoteles y a las zonas turísticas. Punto. El tema se convierte en uno de presupuesto, de solvencia económica. Parece que Fortuño propone que solamente los que puedan pagar las cervezas a $8 y los tragos a $10 tienen derecho a consumir bebidas alcohólicas.

Pero esto no es nada nuevo. El trato preferencial a todo lo extranjero por parte de los políticos anexionistas ha definido las acciones de toda administración PNP. Recuerdo a un amigo que hace más de diez años atrás estaba interesado en abrir una microcervecería en el área metro, pero encontró que la venta de barriles de cerveza estaba regulada para favorecer la venta al detal de latas manufacturadas en los Estados Unidos. EL andamiaje de restricciones y requisitos impuestos a los que quieren confeccionar cerveza y venderla por barril son prohibitivos y exclusivos. Y sin embargo, casi todas las ciudades norteamericanas promueven este tipo de negocio. En la isla, las restricciones hacen de este tipo de empresa un negocio poco rentable.

Este tipo de recurso legal es análogo a la eliminación del tren en Puerto Rico para favorecer la venta de automóviles y la construcción de más y más carreteras. La isla figura en todos los atlases como uno de los lugares más pavimentados del planeta. ¿Será casualidad que la fortuna de los Ferré, anexionistas por excelencia, se deriva de toda esta pavimentación? ¿Cuáles de los clanes poderosos de la isla estará íntimamente ligada a la industria hotelera?

Así, mientras la policía sigue órdenes, arremete contra el estudiantado y la juventud de manera ilegal y anónima, ya que esconden los números de placa, los lambones lacayos de la plutocracia boricua urden sus nefastos despilfarros en los desprestigiados pasillos y salones de la legislatura mientras el resto de la isla pega el grito en el cielo por los abusos policiales.

Distraen y legislan a su beneficio y en función de los grandes intereses. Utilizan el ejemplo de Estados Unidos como excusa, como justificación, cuando la realidad es que la propuesta ley no guarda relación alguna a las leyes vigentes de los Estados Unidos. La brutalidad policiaca tiene dos funciones en estos casos, el de sembrar el miedo y el de distraer, sacando el ojo público a macanazo limpio de los asuntos reales que subyacen la gestión legislativa.

Y por supuesto, la crisis financiera que ha azotado en meses recientes ha sido tan devastadora, que tanto JP Morgan, Bank of America y Goldman Sachs han reportado mayores ganacias que nunca antes en la historia. Ahora que los grandes bancos tienen la plata para invertir en nuevos proyectos de desarrollo turístico, el gobierno de turno, como todo buen perro, provoca a la juventud a fuerza de golpizas y abusos – modus operandi desde tiempos inmemoriales – para ver si consiguen que estos reaccionen a su vez con crudas protestas que a su vez sirven para pintar el estereotipo de juventud crasa y al garete que hace falta para justificar la implantación de estas dracónicas leyes.

Las costuras siguen siendo las mismas: usan el estatus de excusa para promover su agenda corporativa y se esconden detrás de ideologías obsoletas para generar ganancias a costa del resto de la isla. Le estamos sirviendo la isla entera en bandeja de plátano a los grandes intereses. Con tal de agraciarnos con los hombres de negocios del norte, estamos dispuestos a legislar en su favor, facilitarles todo el desarrollo que quieran, sin importar el costo ambiental, y proteger sus intereses sobre el bienestar de los propios puertorriqueños.

http://dialogodigital.com/es/node/2442

No hay comentarios: